Visto 61836 veces / 18 ago 2017
Por Estefanía Leal
Queridos Abues:
Me encuentro sentada en mi escritorio y me he tomado 10 minutos de mi día para poner en pausa todos mis pensamientos diarios, mayormente son de trabajo o cosas sin mucho sentido, y reflexionar sobre la trayectoria de mi vida.
El tiempo no se detiene, pasa muy rápido y nunca nos ponemos a pensar en todas las cosas que hemos vivido.
Ustedes estuvieron para mí desde el principio, es impresionante cómo demostraban su amor incluso antes de que yo llegara. Cuando nací, comenzaron a ser mi segunda imagen paterna.
Parece que fue ayer cuando me iban a dejar a la escuela, o cuando me cuidaban si mis papás salían por las noches. Ir a su casa para mí era como una aventura, y poco a poco se fue convirtiendo en mi lugar favorito, el más divertido, en donde me dejaban jugar sin limitaciones y en donde encontré a mis mejores amigos: ustedes.
Al mismo tiempo se volvieron mis confidentes, pues eran los primeros en saber mis travesuras y en escucharme cuando me regañaban. Me apapachaban en esos momentos “difíciles” para mí, pero también me hacían entrar en razón con las palabras correctas y llenas de sabiduría, todas con mucho amor.
Crecí escuchando sus historias y anécdotas. Recuerdo cuando tú, abuelito, me hablabas de cómo se conocieron y cómo fuiste enamorándola con detalles todos los días donde mi abuelita trabajaba. Creo que ese tipo de detalles son los que hacen la diferencia y que en la actualidad están perdidas. Su amor es tan fuerte y duradero, a prueba de cualquier circunstancia, el mismo que yo espero encontrar un día.
A veces me cuesta expresar lo que siento, aunque un abrazo suyo para mí demuestra todo y cura cualquier herida. Hoy estamos un poco lejos y escribo estas líneas para expresarles un poquito lo que siento.
Quiero agradecerles por todo lo que han hecho por mí. Gracias a ustedes creí en mí, y en que puedo soñar en grande para cumplirlo. Con sus consejos, me enseñaron que la vida no tiene límites, más que los que nosotros ponemos.
Son para mí la muestra más clara de honestidad, de cómo hacer las cosas bien. Pero sobre todo son la muestra más grande de bondad, en su corazón nunca había espacio para el enojo, siempre hubo mayor espacio para arreglar todo con amor, en lugar de rencor.
Gracias por enseñarme que cada día cuenta, a ver lo positivo de las cosas, que al final es lo que nos hace fuertes y nos hace seguir adelante en nuestro camino.
Gracias a ustedes aprendí que lo mejor de la vida son las personas con las que convivimos. Ustedes son lo más valioso de mi camino, y el mejor ejemplo que pude tener de vida. Cada una de mis acciones son pensando en ustedes y para ustedes. Espero un día lograr cosas tan grandes como las suyas.
Las personas no son eternas, pero sin duda alguna ustedes lo son para mí. Gracias por enseñarme a vivir.
Nani.
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